9.5.11

EL EMPORIO ZOMBI SURGE DE LA TUMBA

Hace ya algunos días que tienen a su disposición una nueva entrega de mi colaboración en El Butano Pupular. En esta ocasión lleva por título "Muertos Vivientes en la Ciudad Satélite". Espero que sea de su agrado, si no lo han leído aún. Parto del impacto que me produjo Zombi, la excelente segunda entrega de los muertos de Romero, desvelo uno de los negocios familiares, un negocio que sin duda marcó mi vida y aficiones, y acabo con una anécdota siniestra.

Lo que viene a continuación no es más que una serie de extras relacionados con lo allí explicado, así que no tiene demasiado sentido leerlo antes.

Dicho lo cual.

Escribir El Corro de la Patata, que es el nombre genérico que agrupa mis columnas butaneras, está resultando una experiencia intensa. Y no lo digo porque reciba felicitaciones y parabienes con cada nueva columna, no, lo digo por la inmersión en mi pasado y en la historia de mi familia que supone la tarea. El pasado y la memoria, al menos en mi caso, funciona de manera extraña. Hay cantidad de cosas que uno cree haber olvidado, dejando espacio en el disco duro para saberes inútiles. Pero una vez te pones a escarbar, afloran recuerdos enterrados y que, además, toman nuevas perspectivas porque la edad otorga puntos de vista. Se producen, incluso, sincronías. Cuando reclamas la memoria del pasado, éste regresa como un muerto que ha pasado años desesperado por resucitar.

Como decía, en este Butano hablo de uno de los negocios familiares: los cines de mi abuelo. En realidad, los cines pertenecían a un conglomerado de sociedades anónimas en las que mi abuelo era el segundo accionista, además de responsable directo de su gestión. Eran propietarios de edificios compuestos, por regla general, de sala de cine, discoteca y snack bar, y estaban desperdigados por el Baix Llobregat barcelonés. De todo eso no queda nada o, si persiste, está desvinculado de mi familia. Bueno, en realidad esa familia (mi abuelo y mis tíos) tampoco existe ya.

En el texto butanero comento que donde estaban los cines hoy habrá un Ikea o similar. En realidad, acabo de comprobar que ni siquiera eso. Rememorar el pasado es una acción de inmenso poder a la que es difícil escapar, y el deseo de escarbar más es fuerte. Así que he viajado a algunos de esos lugares gracias a Google, para ver que los edificios siguen en pie, aunque ya no hayan ni cines ni discotecas ni bingos. Los snack-bar sobreviven, en algunos casos. He tomado algunas capturas que les dejo a continuación. Es posible que todo esto sólo me interese a mí, pero entiéndanme: estaba cazando zombis.


Es curioso comprobar como cosas que de pequeño te parecían enormes ahora ya no lo son. Esa es la sensación que tengo viendo este edificio. En uno de los Butanos hablaba de mi padre como disc-jockey, su profesión entre 1968 y 1974 aproximadamente. Aquí estaba una de las discotecas donde trabajaba; veo persiste con otro nombre y propietarios. Y donde ahora hay el supermercado estaba el cine. Mil localidades.



Aquí estaba otro de esos cines, también en un barrio obrero, hoy no tan marginal como el anterior. Fíjense que la estrutura es similar a la anterior. Construían el cine y encima un bloque de pisos. Ladrillo y serie Bé. Así se erigió la otra Barcelona y, supongo, España.


Tanto la de arriba como la de abajo pertenecen al mismo local, que tenía unas galerías donde al fondo se colgaban las fotos de los próximos reestrenos. No sé porqué recuerdo un programa doble formado por Spermula y Carrie. Ahí es nada. Parece que el sótano persiste como sala de fiestas de fin de semana, mientras que el cine quizá esté partido en dos, un local de 500 metros por alquilar y un supermercado. Al menos en el momento en que Google paseó su troncomóbil por la zona. Y conserva el nombre: Gater, en Sant Boi


Me ha dado por rastrear la red para ver si alguien recuerda o rememora algo de ellos, y resulta que doy con dos santboianos de pro. Por un lado, Silvia, la cantante del mítico grupo punk barcelonés Último Resorte, a quien leo:
"La discoteca Gater, con su cine, cafetería moderna y galerías adosadas, que era un centro de reunión para pretenciosos becerros."
Por otro, al periodista y escritor Kiko Amat, que escribiendo sobre Aterriza como puedas recuerda la sala donde vió esas películas:
"Aquella tarde todos nos hicimos pipí encima, sobre las pétreas sillas del Cine Gater."
Para acabar, les dejo con el logo de unas de las discotecas propiedad de la Sociedad Anónima de mi abuelo. Tótem, en Sant Vicenç dels Horts. Creo que el logo lo diseño un amigo de mi padre, el Johnny. Es un logo inenarrable que hoy veo arcaico pero que me mantuvo hipnotizado muchos años.


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