1.8.07

NEUROLINGÜÍSTICA PAJERA

- Antes has mencionado que, en cierto momento, todo el mundo hablaba sumerio. Luego, ya nadie lo hacía. Simplemente desapareció, como los dinosaurios. Y no hay ningún genocidio que lo explique. Todo ello es coherente con la historia de la Torre de Babel (...) ¿Creía Lagos que Babel había sucedido realmente?
- Estaba seguro de ello. Le preocupaba mucho el eenorme número de lenguajes humanos. Pensaba que había demasiados.
- ¿Cuántos?
- Decenas de millares. Es posible encontrar gente del mismo grupo étnico en muchos lugares del mundo que viven a pocos kilómetros de distancia, en valles similares y bajo condiciones similares, pero que hablan idiomas que no tienen absolútamente nada en común. Y eso no es un fenómeno infrecuente; es omnipresente. Muchos lingüistas han intentado comprender el problema de Babel, la cuestión de por qué el lenguaje humano tiende a fragmentarse, en vez de convergir hacia una lengua común.



Tenía mono de libros y esperaba las vacaciones radiofónicas para dejar las novedades tebeíles a un lado durante algunas semanas. Llegado a tan señalada fecha, la primera novela que he devorado ha sido el Snow Crash de Neal Stephenson, que compré hace ya tiempo pero que me daba pereza leer por su adscripción genérica al cyberpunk. El cyberpunk me interesa, ojo, aunque quizás más desde un punto de vista sociológico y estético que novelado, es decir, puestos a leer sobre realidades vituales tengo demasiados títulos de Philip K. Dick pendientes. De hecho, mi interés por la novela de Neal Stephenson venía, curiosamente, del segundo cómic teórico de Scott McCloud, La revolución de los cómics, y de algún comentario en algún sitio que no recuerdo (el paso del tiempo, ai) que me hacía intuir que las ideas contenidas serían de mi interés. Y así ha sido, e incluso mejor, porque me ha divertido muchísimo, cosa que no me esperaba.

Y es que háganse una idea: hackers samurais, tipos que recorren L.A. con una bomba atómica annexada a su motocicleta, mensajeros piratas del monopatín, la mafia como grupo social positivo, esquimales asesinos, una caótica y móbil ciudad creada y annexada alrededor de un portaaviones privatizado en la que viajan millones de inmigrantes asiáticos prestos a invadir unos EEUU fragmentados en ciudades estados, sexo con quinceañeras en cuero ajustado, ultracristianismo vírico, la CIA y el FBI como último reducto del pasado. Vamos, que con todos estos ingredientes el disfrute pajero está bastante asegurado a poco que se entrelace sábiamente y de manera dicharachera, que es lo que Neal Stephenson consigue; y encima acudiendo con mucha gracia a la neurolingüística y a la antropología babilónica para explicar cómo un virus informático puede contagiarse al cerebro humano. En definitiva: muy divertido, a ratos burro y trepidante y en ocasiones generoso en ideas óptimas para entender la Sociedad Borderline. Fíjense que no puedo resistir la tentación de incluir el comentario de Thimothy Leary que se ha convertido en promocional: "Es un fantástico torbellino superrealista, un proyectil comicogrotesco disparado hacia un mañana que ya está ocurriendo."

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