4.9.06

CHICA CON METRALLETA EN CUERO AJUSTADO



Natacha Romanov siempre me ha motivado. Los motivos son evidentes: jamona antigua miebro de la KGB, pelirroja, enfundada en prieto cuero negro (aunque las medias de rejilla de sus primeras aventuras también eran elementos de interés... desorbitado). Viuda Negra: Hogar, Dulce Hogar es la más reciente de sus aventuras publicada en nuestro país. Y al amparo de la línea para lectores adultos de la Marvel, que no es que sea para tirar cohetes pero permite cosas como que nuestra hembra actúe como un agente libre experta en las alcantarillas de la Guerra Fría. Por tanto, la moral propia de un superhéroe desaparece en sus acciones. Bien por ahí, auqnue mejor ir por partes, ya que el álbum que recoge seis números norteamericanos tiene cosas que están muy bien y algún "pero" de consideración que desmerece la obra.

Es evidente que el apartado gráfico es uno de sus puntos fuertes. Me encanta Bill Sienkiewicz, en especial cuando se autocontrola, como es el caso, y cuando hace suyos bocetos ajenos (la mitad del tebeo pertenece a un tal Goran Parlov desaparecido tras las nerviosas tintas del Tío Bill). Garantiza un buen puñado de hermosas viñetas al servicio de la historia, y nos regala una Viuda Negra que actua como lo que es y que ya he dicho antes. La vemos sexy, en ropa interior, inyectando sueros de la verdad, amputando dedos si es necesario, dura en sus diálogos, experta en la lucha cuerpo a cuerpo. Todo eso está estupéndamente trasladado al papel.



¿Dónde está mi pero, entonces? En la historia, que se desdibuja mucho al final y se excede en cierto tonillo. Viuda Negra: Hogar, Dulce hogar supone el estreno en el mundo del tebeo del escritor británico de sci-fi Richard K. Morgan, al que no conocía y al que rodea cierta áura de renovador y esperanza blanca. Tras lo leído, no sé yo...

La historia tiene ciertos atractivos en términos de plasmación pulp de las máquinas opacas del poder: la presencia de oscuras corporaciones industriales con suficiente poder, por ejemplo, para presionar a SHIELD (la unidad de agentes secretos de la Marvel, por si no están al caso, comandada por el Coronel Furia); la existencia de una antigua unidad secreta del gobierno de los EEUU privatizada y puesta al servicio de esas corporaciones: para más inri se denomina North y uno no puede sino vincularla con Oliver North y el Irangate de finales de los 80; el uso, ya habitual, de esa mina que son los ex agentes de la extinta URSS y el uso de sustancias químicas deliciosamente ficticias: la medusagen, sueros de la verdad, perfumes de feromonas que afectan a quien te rodea, por no hablar de los mecanismos de control mental aplicados en tiernas huérfanas para combertirlas en piezas de la Guerra Fría. Todo eso está muy bien y el tebeo se lee bien aunque flaquée en su parcialmente incompleto desenlace. Pero el gran problema es que la verguenza se apodera de su guionista. Parece como sí tuviera que pedir perdón por escribir un tebeo protagonizado por una violenta hembra jamona enfundada en cuero negro, como si eso fuera a afectar su recién adquirido prestigio. Como si no fuera algo lo suficientemente correcto. Como si perfilar un personaje protagonista femenino fuerte e independiente no despejara dudas al tratarse de un tebeo de superhéroes. Y entonces, avergonzado de eso, se dedica a plagar la historia de referencias a la explotación de la mujer, a las mujeres maltratadas, a las chicas que se van por el mal camino, a la existencia de camioneros que abusan sexualmente de las chicas que hacen auto-stop por su camino, a la maldad de la industria de la moda y la cosmética presionando psicológica y mediáticamente a las chicas modernas, a la prostitución de las jóvenes rusas, al machismo inherente al poder. No voy a ser yo quien diga que todo eso no merece ser denunciado, claro, pero es que el señor Morgan, en su visión sesgada del medio, abusa y se dedica a querer dejar constancia de su conciencia correcta cada seis viñetas, y eso, ese tonillo mojigato, en un tebeo que muestra en portada a una jamona con metralleta en cuero ajustado, es un error que acaba por afectar a todo el tebeo.

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